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Bosch en Chile

El demócrata Robert Bosch

El demócrata Robert Bosch

¿Qué define a alguien como "demócrata"? Las definiciones comunes describen a un demócrata como alguien que acepta las decisiones tomadas democráticamente, incluso si no está de acuerdo con ellas. Un demócrata también es tolerante y justo en su trato con sus oponentes políticos y está comprometido con el bien común. Según esta definición, Robert Bosch era un demócrata en el mejor sentido de la palabra.

Principios establecidos desde una edad temprana

Las raíces democráticas de Robert Bosch se asentaron al nacer en 1861, pues su padre, Servatius, ya era un firme defensor de la democracia. Sus ideas, a su vez, se vieron moldeadas por los ideales de la Ilustración. Como masón, Servatius abrazó los cinco principios de dicha organización: libertad, igualdad, fraternidad, tolerancia y humanidad. Intentó ponerlos en práctica en su vida cotidiana y los transmitió a sus hijos.

Experiencias con la “soberanía popular”

Y lo logró. Cuando Robert Bosch viajó a Estados Unidos a los 23 años para adquirir experiencia laboral, eligió su destino con cuidado: «Fui a Estados Unidos [...] como un joven demócrata, lo cual era gracias a mi educación y al ejemplo de mi padre y mis hermanos mayores». Su propia experiencia solo lo había expuesto a la monarquía y al inadecuado sistema electoral alemán, por lo que quería ver cómo serían las cosas en una democracia liberal donde gobernara el pueblo, y no un monarca. Se desilusionó al darse cuenta de que los Estados Unidos de finales del siglo XIX no cumplían todas las condiciones para ello. Robert Bosch sentía que faltaba «la piedra angular de la justicia: la igualdad ante la ley». En muchos lugares, las personas negras y los inmigrantes asiáticos quedaron excluidos de la agenda de la igualdad.

La solidaridad, un componente esencial

Además de la libertad que define una democracia, el aspecto social también era importante para Robert Bosch. Los ideales de igualdad y solidaridad moldearon su pensamiento desde el principio. Durante su estancia en Estados Unidos, se unió a un sindicato que los promovía. Sin embargo, cuando sugirió en una reunión una especie de prestación por desempleo que los afiliados debían financiar, sus palabras cayeron en saco roto. Recordó este episodio con incredulidad casi cuatro décadas después, mientras escribía sus memorias. En ellas, también detalló el componente social de sus convicciones políticas: «Fui criado como demócrata. Había trabajado como mecánico y crecí entre el pueblo. El movimiento socialista, que comenzó con tanta fuerza y ​​confianza en la década de 1870, ejerció una poderosa atracción sobre mí».

Equilibrio a través de la justicia

Robert Bosch creía que nacer en la riqueza o la pobreza, sin igualdad de oportunidades desde el principio, era una gran injusticia que debía corregirse. Sin embargo, como empresario, se alejó gradualmente de la idea del socialismo genuino, que había cultivado en su juventud y que llegaba hasta la socialización de la propiedad. Sin embargo, sus sentimientos sobre el componente social persistieron. En 1921, señaló: «En cualquier caso, siempre he votado por los socialistas hasta el día de hoy. Me impidió afiliarme al partido el hecho de que, como empresario, mis camaradas solo me habrían considerado un explotador, y luego la lucha se convirtió cada vez más en una lucha de clases. Un empresario con conciencia social simplemente se interponía en el camino».

La educación es la clave

Sin embargo, Robert Bosch se mantuvo firme en sus convicciones e intentó ponerlas en práctica. Siguió siendo un firme defensor de la igualdad de oportunidades. Donde veía deficiencias, intentaba remediarlas. Esto se hizo especialmente evidente cuando promovía la educación. Para él, era la clave para una sociedad igualitaria. En muchas iniciativas, su apoyo financiero ayudó a niños superdotados a quienes se les habría negado una educación superior debido a su origen social. También promovió la educación pública, porque: «Estoy totalmente de acuerdo [...] en que la base de un estado próspero es la mejor educación general posible».

Tolerancia

Aceptar una decisión tomada democráticamente, incluso si contradice las propias ideas, es fundamental en una democracia. Robert Bosch tuvo una visión crítica de algunas decisiones políticas tomadas durante la República de Weimar, pero aun así las aceptó. También abogó repetidamente por un trato justo para quienes tenían opiniones diferentes. Intuitivamente, sabía que la intolerancia y la insistencia en la propia opinión sin considerar los argumentos del otro no servirían de nada: «A quienes buscan su camino con rectitud, siempre responsables ante su conciencia, no se les debe negar nuestro respeto, ya sea que caminen con nosotros o en nuestra contra. Sería imprudente exigir que, de ahora en adelante, todos se conformen con lo que se les ofrece. Seguirá siendo una lucha en el futuro, pero debe ser una lucha honesta y recta».

Mantener la dignidad humana

Con esta actitud democrática fundamental, no sorprende que Robert Bosch no sintiera ninguna simpatía por la dictadura nazi. Su reacción ante el silenciamiento de oponentes políticos inconvenientes mediante represalias y el trato inhumano a la población judía y otras minorías fue de incomprensión y horror. Uno de sus principios era: «Nunca olvides tu humanidad y respeta la dignidad humana en tu trato con los demás». Ayudó en lo que pudo y apoyó económicamente a asociaciones judías, por ejemplo. El entorno político de la época era muy difícil para él, al igual que la creciente participación de su empresa en los esfuerzos de rearme de Alemania. Esta tensión le causó al demócrata Robert Bosch muchos momentos oscuros en los últimos años de su vida. Su legado es su dedicación de toda la vida a ayudar a las personas a desarrollar una comprensión democrática básica basada en el «reconocimiento de los derechos y méritos de los demás».

Autora: Christine Siegel